El atuendo revela a la vez que esconde. Tradicionalmente ha simbolizado el estatus de las personas a efectos políticos, económicos, sociales y religiosos. Revela también actitudes de pertenencia o adhesión a un grupo o colectivo; y al mismo tiempo, sirve para articular estrategias de imagen y de distinción individual en diversas situaciones y contextos.

El denominado «sin corbatismo» en la clase política ha abierto un debate entre los que defienden que este complemento es un elemento de respeto, decoro y de protocolo, y los que ven en en la corbata la representación de lo añejo y lo clasista en la escenografía política … todo ello, en un contexto y en un tiempo en el que las palabras renovación, regeneración o transparencia resuenan como un «mantra infinito» entre nuestra clase política.

En relación a este asunto, y no solo referido al caso de la corbata, sino también al atuendo de la clase política en general y lo que éste nos proyecta o nos transmite, os dejamos una brillante reflexión profusa en referencias históricas y culturales que publicó recientemente nuestra alumna Flor de Paz en su blog personal (http://paracortarselasvenasconunapaladepescado.com/).

En palabras de Flor: «Decir que no te importa la imagen de un político es como decir que la belleza está en el corazón. Es muy bonito, pero está lejos de la realidad. Desgraciadamente la mayoría de los mortales, al menos de entrada, somos influenciables a través de los sentidos; como decía Patricia Centeno en su libro “Política y Moda”, “con una buena imagen se puede vender una mala idea, pero con una mala imagen es imposible vender una buena idea”.

Os invitamos a leer el «post» íntegro en el blog de Flor de Paz en: http://sl.ugr.es/08Jt