En la Sociedad Tecnológica de nuestros días, abierta a través de la red a todo tipo de usuarios, se ha acentuado, más si cabe, la dependencia de la comunicación como instrumento de eficacia económica y de influencia social. Las instituciones, al igual que las empresas, se han visto obligadas a realizar modificaciones en los métodos de difusión de marca, imagen corporativa, servicios… recurriendo a estrategias comunicativas que aprovechan las ilimitadas facilidades ofrecidas por las nuevas tecnologías y los flujos de las redes.
Cuidar de la reputación on-line, suscitar la atención sobre los productos, difundir los fines sociales de la marca, potenciar la imagen corporativa, afianzar la confianza de los usuarios en las marcas y atraer «target» predefinido, son objetivos de una estrategia de comunicación cuya efectividad depende específicamente de la manera de aprovechar las innumerables posibilidades que ofrecen herramientas como las redes sociales.
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